Desde Venezuela conquistadores alemanes entraron por los Llanos hacia
mediados del siglo XVI. Nicolás de Federmann fue el primero de los
conquistadores que cruzó, en 1538, siguiendo la ruta de los ríos Pauto y
Casanare hacia el altiplano andino, el país de los chibchas. Los
conquistadores encontraron en su camino, entre otros a los pueblos Achagua,
Saliba, Jirara, Chirioca, Cabre y Beyote. Hacia 1588 se funda el pueblo de
Santiago de las Atalayas.
Los jesuitas establecieron en los Llanos sus misiones para reducir y
adoctrinar a los indígenas en un modelo de vida comunitario organizado
alrededor del trabajo colectivo y la vida religiosa. En las misiones del Llano
además de la ganadería y la agricultura, actividad que tenía algún desarrollo
entre la población Achagua y Sáliba, se realizaban actividades artesanales
especialmente tejido de mantas, la fabricación de loza, etc. Los pueblos
Sikuani (Guahibo) y el Caribe mantuvieron una larga resistencia a la vida en
reducciones misioneras. El florecimiento económico de las misiones del Llano y
el creciente comercio de los ríos Meta-Orinoco ocasionó rivalidades con otros
centros comerciales.
Los pueblos indígenas del Llano debieron padecer durante los siglos XVI
y XVII las incursiones que portugueses y holandeses hacían en estos territorios
para la esclavización de las personas para ser vendidas en las Guyana o en las
plantaciones del Brasil. En 1767 los jesuitas fueron expulsados de la Nueva
Granada. A la expulsión de los jesuitas siguieron otras misiones como la de los
Agustinianos y Capuchinos.
La ganadería tomó auge en el remate de las tierras de las misiones y se
consolidó en los llanos de Casanare y el piedemonte de la región. Los indígenas
se refugiaron al sur del rió Meta y en las selvas del Sarare al norte.
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